VENANCIO GARCÍA VELASCO. 25 AÑOS ESCUCHANDO EL ECO DE SU GUITARRA

Escrito por Venancio García Ovies

Licenciado en Derecho y en Ciencias Económicas y Empresariales

Master en Gestión de Entidades Deportivas del Comité Olímpico Español

Secretario General de la Real Federación Hípica Española

Recientemente se conmemoró el veinticinco aniversario del fallecimiento del músico astorgano Venancio García Velasco (1930-1984), sin duda, uno de los principales compositores, adaptadores, divulgadores, formadores y concertistas –su dominio de la técnica de la Guitarra era proverbial– que ha dado nuestra país en la pasada centuria. Para recordar –y reivindicar– su importante figura recurrimos a una breve y emotiva biografía –cuya autoría corresponde a su primogénito–, así como a una detallada enumeración de su obra editada.

 

Palabras claves: Venancio García Velasco, Guitarra, composición, Astorga, recitales, formación, Concierto Leonés.

 

It has just been commemorated the 25th anniversary of the decease of the musician Venancio García Velasco (1930-1984), born in Astorga; certainly, one of the leading composers, adaptor, popularizer, teacher and performer –his perfect technical command on the guitar used to be proverbial- which our nation has had on the last Century. In order to rescue –and to vindicate- her significant we present a short and emotive biography –written by his firstborn – together with a detailed account of his published works.

 

Key Words: Venancio García Sail, Guitar, composition, Astorga, auditions, education and training, “Concierto Leonés”.

En septiembre del año 2009 se cumplía el veinticinco aniversario de la muerte de Venancio García Velasco, uno de los notables músicos que vieron la primera luz en una ciudad –el detalle de su extensa nómina resultaría demasiado prolijo–[1] que constantemente, como bien refiere el llorado José Antonio Carro Celada, «se inundaba de música»[2].

Con motivo de esta efeméride, la dirección del Centro de Estudios Astorganos se planteó glosar su figura poniéndose, para ello, en contacto con su familia –su viuda y sus cuatro hijos– con la intención de pulsar su opinión y, no menos importante, conocer la documentación en su poder –obra escrita, grabaciones, estudios, arreglos, adaptaciones, publicaciones, etc.– que posibilitase abordar el objetivo señalado. Pronto, la ingente documentación que con celo, devoción y amor se atesora en la casa materna nos hizo ver que el camino emprendido debía continuar por otra vía.

Se acordó, entonces, que fuese su primogénito, quien heredó el nombre de su padre, el encargado de realizar una breve biografía de nuestro protagonista, así como una recopilación de su obra editada. La calidad del emotivo trabajo de Venancio García Ovies, difícilmente podría ser de otra manera cuando se escribe de un padre, no logra zanjar la deuda que nuestra ciudad tiene con uno de sus hijos más destacados. Ninguna placa recuerda la vivienda en la que nació, ninguna calle astorgana ha recibido su nombre, sus grabaciones esperan una pronta difusión… Emplazamos a nuestras autoridades locales, siempre prestas al amparo y la difusión de la cultura, a solventar la importante deuda contraída. Que así sea.



[1] Para una aproximación a la Historia de la Música en nuestra ciudad, véase José María ÁLVAREZ PÉREZ: El Patrimonio Musical de Astorga, Cuadernos nº 12, Centro de Estudios Astorganos Marcelo Macías, Astorga, 1995.

[2] José Antonio CARRO CELADA: “Pequeña suite de músicos astorganos del siglo XX” (2003), Astórica, nº 22, pp. 251-274.

 

PRELUDIO

Escribir de un padre no parece una misión sencilla, sobre todo cuando además se ha tenido menos tiempo del que la naturaleza reserva habitualmente a la los hijos para convivir con él.

Hay tantos matices emocionales en la relación de un padre y un hijo, que hacen evidente que cualquier comentario que se vierta sobre nuestro progenitor vendrá cargado de una emoción a la que no podremos ser ajenos.

En mi caso esta carga emocional se acentúa porque él ha sido quien nos abrió, entre otras puertas, la de la ciudad que le vio nacer; y de la que nos sentimos hijos adoptados los cuatro hermanos que orgullosos heredamos mucho más que su apellido.

Fueron sólo catorce años a su lado (diez en el caso de nuestro hermano menor) pero suficientes para que quedara en nosotros (y sobre todo en nuestra madre) el convencimiento de que el aire de su ciudad natal nos recordaría de por vida la pasión con la que se entregó a Dios, a su familia y a la guitarra.

 

ESTROFA 1. EL COMIENZO

En efecto, en Astorga vio la luz a Venancio García Velasco un 22 de febrero de 1930.

Nació como se nacía antiguamente, en casa. Rodeado de sus familiares y muy cerca de todo lo que en aquel edificio había, entre lo que no faltaba una amplia colección de instrumentos y partituras con las que muchos de los que en él vivían estaban especialmente sensibilizados.

Más en concreto fue alumbrado por Manuela Velasco, en una habitación del edificio que aún hoy alberga el Cine Velasco, propiedad de su abuelo, el industrial maragato también de nombre Venancio.

Su padre respondía al nombre de Enrique, y había llegado desde Madrid a la ciudad ya hacía unos años. Venancio era el último de cuatro hermanos; distanciándole más de once años de Enrique (el mayor), y algunos menos de Mario y Sagrario.

Poco antes de su alumbramiento, el 30 de enero había fallecido un hermano de su madre, razón por la que el recién nacido heredó el nombre de su difunto tío y su abuelo. Y razón por la que al mayor de sus hijos y al mayor de sus nietos nos ha correspondido recibir el testigo onomástico.

Desde muy pequeño, como ya se ha apuntado, compartió su espacio vital más íntimo con tíos, primos y hermanos que tocaban instrumentos y coleccionaban e interpretaban partituras de alto valor musical en aquella época. Participó junto a sus hermanos en los grupos culturales propios de los años de la posguerra, desarrollando una habilidad que, por aquel entonces, no pasaba de ser una diversión. No obstante, con doce años ya había compuesto “España Árabe”, serenata sobre motivos de Tárrega que posteriormente publicaría el Instituto Mozart.

 

ESTROFA 2. HACIA LA MÚSICA

Según he oído siempre, y Pepín Díez creo que daría buena fe de lo que ahora diremos, tuvo un brillante expediente académico iniciado en el Colegio de la Milagrosa y que terminó con unos estudios de Perito Mercantil en León, que parecían muy apropiados para alguien enclavado en una familia de industriales y con vocación comercial. Estamos en el inicio de los años cincuenta, momento en el que Enrique García, su padre, falleció en Ponferrada.

Fue en esta coyuntura cuando se trasladó de León a Salamanca, donde cursó la carrera de Teología; y donde supo adivinar que la llamada del Señor le orientaba hacia la música. Volvió a casa para centrarse en su vocación musical y preparó de forma autodidacta los cinco años de la titulación de guitarra, inspirándose en maestros como Pujol o Tárrega, cuyos pasos siguió con especial interés. No fue fácil encontrar un conservatorio que admitiera a alguien que quisiera presentarse en una convocatoria a la carrera completa, pero finalmente Sevilla fue la ciudad en la que hizo realidad una pequeña parte de su sueño.

Ya para entonces frecuentaba Madrid donde la cátedra de guitarra tenía un especial sabor; y fue en una de esas visitas y estancias donde conoció a Ascensión Ovies, nuestra madre, que estudiaba guitarra y junto a la que emprendería unos años después un camino que hoy sigue vivo.

Desarrolla desde su titulación una labor de composición, interpretación, divulgativa y formativa que va desde la creación de obras para guitarra; pasando por la publicación de obras propias y adaptaciones tanto en entidades editoriales como a título particular; así como la impartición de cursos y clases dentro y fuera de nuestro país.

Es en esos días de amor y otros acordes cuando compone el Concierto Leonés, para guitarra y violín, estrenado en 1963 en Barcelona “con gran éxito de crítica” como decían los diarios de la época; aunque él gustaba más de comentar en tono jocoso que ante la pregunta de un periodista: “¿Maestro qué le parece la ejecución?”, el contestó que “quizás con veinte años de cárcel sería suficiente”.

En paralelo el noviazgo con mamá duró unos años, en los que vivía de forma alternativa en Madrid y León, al tiempo que cubría buena parte de España, Europa y el África por entonces español, con asiduidad, ofreciendo recitales y cursos avanzados.

ESTROFA 3. LA GUITARRA Y LA FAMILIA

Fue en junio de 1968 cuando contrajeron matrimonio y en septiembre de 1969 cuando nací yo. Creo que no tardaron mucho en traerme a Astorga y hasta hoy seguimos creciendo en el apego y el reencuentro constante con Ella.

En poco más de cinco años pasaron del noviazgo a tener cuatro hijos, pero eso no hizo sino intensificar su labor musical (incluso cada uno de nosotros tiene su propia obra dedicada). Además del goteo constante de conciertos y recitales de guitarra clásica, prosiguió con la labor docente a título particular y en colegios y asociaciones; comenzando también con la edición de obras didácticas a cuyas partituras añadía grabaciones ilustrativas (algo realmente novedoso en los primeros años setenta).

En esta diversificación tuvo mucho que ver su suegro, mi otro abuelo, D. Luis Ovies. Su “mejor amigo” como el propio Sr. Ovies gustaba de decir. En este sentido debo comentar que creo que la labor de todo artista tiene un algo de autosatisfacción personal que necesita de un buen asesor comercial al su lado. Y el Sr. Ovies (el Lolo para todos sus nietos) era el complemento perfecto. Nadie como él intuía y disfrutaba de la guitarra de su yerno; y nadie como él para observar que la calidad de su música necesitaba de un valor añadido que le permitiera una mejor difusión. Fue así como le moldeó la inquietud de grabar sus mejores creaciones y adaptaciones; así como de acompañar las partituras de su obra didáctica con un soporte sonoro que orientara a los autodidactas como él.

A ello debemos añadir que lejos de separarse de su tierra, amplió su creación estudiando la cultura musical de la Maragatería, como no podía ser de otra forma; pero también de otras comarcas leonesas como el Bierzo, Laciana, la propia capital, adaptando sus sonidos y el espíritu musical de sus gentes a nuevas creaciones para las que se acompañaba en numerosas ocasiones del laúd de Carlos Bernaldo de Quirós o del Piano de Pepín Silva.

ESTROFA 4. AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS

Durante el “curso escolar” impartía clases en Madrid, componía por las noches y actuaba en diversos recitales por toda España. Y a alguno de ellos ya comenzábamos a acompañarle los mayores.

Acabado el curso, nos desplazábamos a Astorga, donde vivíamos tres intensos e inolvidables meses. Él continuaba ofreciendo cursos para distintos niveles de alumnos, en este caso en la parroquia de Rectivía, donde con sus sacerdotes titulares (Don Patricio, Don Ángel y Don Pedro) llevaba a cabo una labor de formación musical y, al tiempo, de instrucción de los jóvenes de la ciudad. A menudo me topo por las calles de Astorga a sus antiguos alumnos, agradecidos y empapados de lecciones y de ausencia.

Es imposible pasar por alto el recuerdo de aquellos veranos donde realmente vivíamos en nuestro pueblo. Donde veíamos dichosos a nuestros padres y donde nosotros desbordábamos alegría y felicidad. Días de campo en Manjarín o La Forti. Días de fiesta en Rectivía, San Andrés o Puerta de Rey. Días y días de un verano que se hacía interminable y que nunca hubiéramos querido que acabara.

Y noches, muchas noches, todas las noches en las que, con las ventanas abiertas, con el olor de la mies seca, con la mortecina luz de la farola de la calle Rodríguez de Cela en la que teníamos nuestra casita, nos dormíamos los cuatro hermanos escuchando una guitarra que nos acunaba mientras él componía o interpretaba preparando su próxima edición o su próximo concierto.

Fue en esos largos estíos cuando D. Bernardo Velado le presentó las letras de canciones propias de cada uno de los momentos de la Eucaristía. Creo que no pasó un mes cuando le citó para mostrarle la fusión de las mismas con la música que había creado para ellas. “Labor sencilla” debió pensar, “sólo habrá que dejarse guiar por el Espíritu Santo y las notas irán apareciendo en cada verso”. Nació así la Misa Monódica “Peregrinos de la Paz” que todavía hoy escuchamos en Parroquias de todas las geografías que nos devuelven el mapa de nuestra infancia.

ESROFA 5. HACIA LA CASA DEL SEÑOR

Y sería en uno de esos veranos, en el de 1983 cuando un día, llegando a su final, le comentó a mamá que tenía molestias en la garganta. Del diagnóstico y la operación de un cáncer situado entre la boca y la garganta hasta el final sólo pasaron doce meses. Rememoro ese tiempo con especial sentimiento. Recuerdo, con todo el recuerdo que trece años de edad pueden permitir, que de esos meses nos ha quedado que nos arropó una familia y nos acogió una ciudad para siempre.

Los meses de julio y agosto recalamos en Astorga. El clima y el contexto parecían los más propicios para intentar a la desesperada una recuperación física que no llegó. Estoy seguro que no podría haber sido de otra forma.

Volvimos a Madrid y la tarde del 14 de septiembre de 1984 su cuerpo dejó de estar presente entre nosotros. Sólo su cuerpo. Su memoria y su obra se han quedado aquí y no hay día que no haya un momento para recordarle o escuchar el eco de las cuerdas de su guitarra.

Tras su funeral en Rectivía y el posterior entierro en el cementerio de la Carretera de Pandorado, El Faro Astorgano publicó un número especial en el que muchos amigos se unieron al recuerdo de todos nosotros. De ese número siempre aprecié especialmente los versos de Perico Alonso “Hoy la escalera al cielo es un mástil de guitarra”.

Un año después de su muerte, el 29 de junio de 1985, se llevó a cabo un concierto homenaje en el Teatro Diocesano en el que músicos y alumnos interpretaron obras y adaptaciones suyas. De ese día me quedo con las palabras que contiene el cuadro que desde entonces preside el salón de nuestra casa en Astorga:

 

“A Venancio García Velasco: Astorgano, Profesor incansable, inspirado Compositor y delicado Concertista; y sobre todo al hombre bueno, humilde y sencillo, al amigo incondicional, que nunca supo hablar mal de los demás. Para ti Venancio, para tu inmortal guitarra, con todo el cariño; tus amigos de dentro y de fura, tus alumnos, Rectivía y Astorga entera, ofrecen hoy una oración y te dedican este recuerdo”.

 

ESTROFA 6. LOS QUE NOS QUEDAMOS

Son ya más de veinticinco años. Seis nietos conocen su memoria.

Mamá sigue siendo la más fiel centinela de sus guitarras y de su obra.

Y sus amigos, los amigos de toda la vida. Los que le recuerdan como el artista y hombre bueno que fue. Los que han depositado en nosotros su confianza en extender el ejemplo de su vida.

 

FUGA

Remontándonos al principio de estas líneas recordaremos lo difícil que se hace para un hijo hablar de un padre. Cuán cierto es. Todo lo dicho seguro que está ampliamente tiznado del manto de la devoción y el recuerdo.

Pero al margen de ello, si algo nos dejó es que para él la Guitarra, su Guitarra, fue un auténtico “Camino para la Felicidad”.